Progreso: tema de nuestro tiempo
El tema del crecimiento o progreso no debe ser ignorado o soslayado por la comunidad y menos aún por sus dirigentes. Con seguridad es el tema por excelencia de nuestro tiempo argentino.
Quienes han manejado o conducido este proceso vivido por nuestro país durante más de medio siglo, han sido protagonistas de un notable fracaso dirigencial, por lo menos en cuanto a estrategias y logros en materia de progreso. Pero la magnitud de este fracaso, acentuado en los últimos 40 años, involucra necesariamente a toda la sociedad argentina que no fue capaz de generar una dirigencia distinta o de crear condiciones diferentes en las cuales este fracaso hubiera resultado intolerable.
Sin progreso resulta imposible imaginar a un país capaz de superar su crisis. El ingreso por habitante no ha crecido en los últimos 30 años. Este es el indicador que revela nuestra enfermedad.
Consideraciones sobre el desarrollo
El fenómeno del crecimiento o desarrollo escapa al campo estrictamente económico. Tiene componentes políticos y socio-culturales que lo condicionan.
Por una parte supone un comportamiento distinto del Estado, que debe funcionar con un nivel adecuado de eficiencia y en un marco de honestidad, previsibilidad, calidad institucional y con claras políticas de Estado.
Por otra, debe tener vigencia en la sociedad, una cultura que valore el esfuerzo, el trabajo, el ahorro, la inversión, en fin, los valores positivos que posibilitan el desarrollo.
En su transcurso aparecerán necesidades y requerimientos nuevos, demandas de capacidades en los recursos humanos que antes no existían, cambios en la organización del trabajo, exigencias novedosas en la dirección, en fin, toda una batería de desafíos para la sociedad a las que habrá que encontrar respuestas exitosas para continuar en carrera.
Cuando hablamos de crecimiento, progreso o desarrollo, resulta difícil imaginar ejemplos concretos de un concepto que tiende a mantenerse abstracto y difícil de traducir a la realidad, sobre todo en una Argentina estancada, que vive un día a día, con pocas esperanzas y menos confianza aún, en encontrar una salida exitosa para superar sus problemas actuales.
Este trabajo tiene como motivación principal mostrar un camino concreto y posible a recorrer, que puede aportar al desarrollo de La Pampa y sumarse a otros más que contribuirán a sacar a nuestro país del estancamiento, un punto de inflexión que puede iniciar, tanto nuestra decadencia como nuestra recuperación definitiva.
Existe una corriente de opinión que encuentra ese camino en la sustitución de importaciones, en una economía cerrada -vivamos con lo nuestro- que relega al Agro al papel de proveedor de comida barata para el consumo interno, devaluado junto con la moneda y la calidad de vida de los argentinos.
Este modelo nos propone un Interior despoblado concentrado en ciudades capitales estructuradas alrededor de administraciones centralizadas, sobredimensionadas y absurdas.
Los hechos y la Historia demuestran que el país ha fracasado recorriendo este camino.
Tampoco una Agricultura sin transformación Agro-industrial “in situ”, aunque sea muy eficiente, parece ser una solución para el desarrollo. En todo caso, el éxito de la Agricultura argentina ha contribuido a salvarnos del infierno y es uno de los pocos éxitos computables para nuestro país en largos años. Ochenta y cuatro millones de toneladas de producción constituyen suficiente argumento para afirmarlo.
También es cierto que la “sojización” — llamada así peyorativamente con un fuerte contenido ideológico que no profundiza en el problema — se debe básicamente a esta política económica cortoplacista, sin objetivos de mediano y largo plazo, donde pensar a 180 días agobia y a más de 360 nos introduce a la “dimensión desconocida”.
Las condiciones y características de la producción de granos y oleaginosos la hacen menos vulnerable a esta política sin reglas de juego y oportunista que plantea este gobierno. Por sus características justamente, se puede “entrar y salir” anualmente, operando y resolviendo el negocio en cada cosecha, reduciendo el riego con ventas anticipadas.
Estas condiciones a las cuales puede ajustarse el negocio agrícola, son perjudiciales y desalientan aquellas actividades como la Ganadería de carne y leche que por sus características, inversiones, etc., necesitan de reglas de juego claras y un horizonte de previsibilidad de mediano y largo plazo, es decir, de políticas de Estado.
Hoy la caprichosa decisión de un funcionario puede cambiar las reglas de juego de un día para otro. Tal fue el caso de los lácteos y el incremento de las retenciones que descolocaron no solo a los productores, sino también a los industriales exportadores y al mismo gobierno de La Pampa que terminaba de lanzar como política de Estado Provincial la incentivación del negocio lácteo.
Las posibilidades de desarrollar La Pampa, están, pero es imposible concretarlas si no se dan las condiciones adecuadas y ese marco de referencia depende sólo en parte de las decisiones provinciales y mucho de las decisiones políticas de funcionarios nacionales, hoy, y siempre mas preocupados por los problemas y el juego político del Gran Buenos Aires que por el desarrollo de La Pampa.
Empresa y Sociedad
La Empresa está inmersa en una circunstancia que la contiene y condiciona. A su vez esa circunstancia está influenciada y cambia según el comportamiento y los resultados de cada Empresa que contiene.
Sin embargo, Empresa y Sociedad no necesariamente tienen intereses coincidentes en el corto y mediano plazo. Por ejemplo, lo que en determinadas condiciones es más ventajoso para un productor, puede no serlo para la sociedad. ¿Qué dudas puede tener hoy un productor, en las condiciones que le impone esta administración, en sembrar soja, cuando a la sociedad le convendría más el tambo porque emplea, produce y gasta mas por Ha? Es el gobierno quien, al fijar reglas de juego, o al no respetarlas, presiona al productor a adoptar determinada conducta o decisión.
La inteligencia de la política está en hacer coincidir el interés privado con el interés público, creando las condiciones adecuadas para ello.
También es cierto que la inteligencia y la sensatez que la acción del Estado debe revelar a través de las decisiones de políticos y funcionarios, debe orientarse a definir objetivos y a crear estímulos, más que a castigar, a orientar y no a imponer, a crear circunstancias donde la energía y la creatividad de la sociedad pueda manifestarse sin interferencias del Estado y de sus funcionarios.
Informe Chapaleufú
En este trabajo partimos de situaciones existentes, la del Departamento Chapaleufú ubicado en el noreste de La Pampa, cuyas características y datos conocemos, como así mismo los correspondientes a dos explotaciones que se desarrollan en su territorio. Una con un modelo Agricultura-tambo y la otra con Agricultura-engorde intensivo de ganado vacuno.
Proyectamos los datos de ambas a la totalidad de la superficie útil del Departamento, situación absolutamente posible ya que no existen impedimentos ni limitaciones para ello, salvo las emergentes de la situación actual en materia socio-cultural y las resultantes de políticas gubernamentales.
Como ya hemos mencionado, es la política actual o la falta de políticas serias y consistentes, la que ha contribuido a implantar este modelo predominantemente agrícola y á desalentar la ganadería de carne y leche.
En condiciones distintas, cualquiera de estas actividades podría competir e integrarse con la Agricultura en un modelo mixto generalizado zonalmente. Como el paquete tecnológico disponible para producir carne y leche es de un nivel tecnológico equiparable al agrícola, el progreso en este terreno que analizamos dependerá de la capacidad, el acierto y la voluntad de quienes toman decisiones en el gobierno.
Todo indica la conveniencia de integrar en un modelo mixto Agricultura, Tambo y Engorde de ganado vacuno con transformación de granos en carne y leche, productos que a su vez pueden ser industrializados en plantas lácteas y frigoríficos zonales. Sobre el grano forrajero existe un costo de fletes que indicaría la conveniencia de transformarlo in situ en productos de mayor valor.
Carlos Heguy
Quienes han manejado o conducido este proceso vivido por nuestro país durante más de medio siglo, han sido protagonistas de un notable fracaso dirigencial, por lo menos en cuanto a estrategias y logros en materia de progreso. Pero la magnitud de este fracaso, acentuado en los últimos 40 años, involucra necesariamente a toda la sociedad argentina que no fue capaz de generar una dirigencia distinta o de crear condiciones diferentes en las cuales este fracaso hubiera resultado intolerable.
Sin progreso resulta imposible imaginar a un país capaz de superar su crisis. El ingreso por habitante no ha crecido en los últimos 30 años. Este es el indicador que revela nuestra enfermedad.
Consideraciones sobre el desarrollo
El fenómeno del crecimiento o desarrollo escapa al campo estrictamente económico. Tiene componentes políticos y socio-culturales que lo condicionan.
Por una parte supone un comportamiento distinto del Estado, que debe funcionar con un nivel adecuado de eficiencia y en un marco de honestidad, previsibilidad, calidad institucional y con claras políticas de Estado.
Por otra, debe tener vigencia en la sociedad, una cultura que valore el esfuerzo, el trabajo, el ahorro, la inversión, en fin, los valores positivos que posibilitan el desarrollo.
En su transcurso aparecerán necesidades y requerimientos nuevos, demandas de capacidades en los recursos humanos que antes no existían, cambios en la organización del trabajo, exigencias novedosas en la dirección, en fin, toda una batería de desafíos para la sociedad a las que habrá que encontrar respuestas exitosas para continuar en carrera.
Cuando hablamos de crecimiento, progreso o desarrollo, resulta difícil imaginar ejemplos concretos de un concepto que tiende a mantenerse abstracto y difícil de traducir a la realidad, sobre todo en una Argentina estancada, que vive un día a día, con pocas esperanzas y menos confianza aún, en encontrar una salida exitosa para superar sus problemas actuales.
Este trabajo tiene como motivación principal mostrar un camino concreto y posible a recorrer, que puede aportar al desarrollo de La Pampa y sumarse a otros más que contribuirán a sacar a nuestro país del estancamiento, un punto de inflexión que puede iniciar, tanto nuestra decadencia como nuestra recuperación definitiva.
Existe una corriente de opinión que encuentra ese camino en la sustitución de importaciones, en una economía cerrada -vivamos con lo nuestro- que relega al Agro al papel de proveedor de comida barata para el consumo interno, devaluado junto con la moneda y la calidad de vida de los argentinos.
Este modelo nos propone un Interior despoblado concentrado en ciudades capitales estructuradas alrededor de administraciones centralizadas, sobredimensionadas y absurdas.
Los hechos y la Historia demuestran que el país ha fracasado recorriendo este camino.
Tampoco una Agricultura sin transformación Agro-industrial “in situ”, aunque sea muy eficiente, parece ser una solución para el desarrollo. En todo caso, el éxito de la Agricultura argentina ha contribuido a salvarnos del infierno y es uno de los pocos éxitos computables para nuestro país en largos años. Ochenta y cuatro millones de toneladas de producción constituyen suficiente argumento para afirmarlo.
También es cierto que la “sojización” — llamada así peyorativamente con un fuerte contenido ideológico que no profundiza en el problema — se debe básicamente a esta política económica cortoplacista, sin objetivos de mediano y largo plazo, donde pensar a 180 días agobia y a más de 360 nos introduce a la “dimensión desconocida”.
Las condiciones y características de la producción de granos y oleaginosos la hacen menos vulnerable a esta política sin reglas de juego y oportunista que plantea este gobierno. Por sus características justamente, se puede “entrar y salir” anualmente, operando y resolviendo el negocio en cada cosecha, reduciendo el riego con ventas anticipadas.
Estas condiciones a las cuales puede ajustarse el negocio agrícola, son perjudiciales y desalientan aquellas actividades como la Ganadería de carne y leche que por sus características, inversiones, etc., necesitan de reglas de juego claras y un horizonte de previsibilidad de mediano y largo plazo, es decir, de políticas de Estado.
Hoy la caprichosa decisión de un funcionario puede cambiar las reglas de juego de un día para otro. Tal fue el caso de los lácteos y el incremento de las retenciones que descolocaron no solo a los productores, sino también a los industriales exportadores y al mismo gobierno de La Pampa que terminaba de lanzar como política de Estado Provincial la incentivación del negocio lácteo.
Las posibilidades de desarrollar La Pampa, están, pero es imposible concretarlas si no se dan las condiciones adecuadas y ese marco de referencia depende sólo en parte de las decisiones provinciales y mucho de las decisiones políticas de funcionarios nacionales, hoy, y siempre mas preocupados por los problemas y el juego político del Gran Buenos Aires que por el desarrollo de La Pampa.
Empresa y Sociedad
La Empresa está inmersa en una circunstancia que la contiene y condiciona. A su vez esa circunstancia está influenciada y cambia según el comportamiento y los resultados de cada Empresa que contiene.
Sin embargo, Empresa y Sociedad no necesariamente tienen intereses coincidentes en el corto y mediano plazo. Por ejemplo, lo que en determinadas condiciones es más ventajoso para un productor, puede no serlo para la sociedad. ¿Qué dudas puede tener hoy un productor, en las condiciones que le impone esta administración, en sembrar soja, cuando a la sociedad le convendría más el tambo porque emplea, produce y gasta mas por Ha? Es el gobierno quien, al fijar reglas de juego, o al no respetarlas, presiona al productor a adoptar determinada conducta o decisión.
La inteligencia de la política está en hacer coincidir el interés privado con el interés público, creando las condiciones adecuadas para ello.
También es cierto que la inteligencia y la sensatez que la acción del Estado debe revelar a través de las decisiones de políticos y funcionarios, debe orientarse a definir objetivos y a crear estímulos, más que a castigar, a orientar y no a imponer, a crear circunstancias donde la energía y la creatividad de la sociedad pueda manifestarse sin interferencias del Estado y de sus funcionarios.
Informe Chapaleufú
En este trabajo partimos de situaciones existentes, la del Departamento Chapaleufú ubicado en el noreste de La Pampa, cuyas características y datos conocemos, como así mismo los correspondientes a dos explotaciones que se desarrollan en su territorio. Una con un modelo Agricultura-tambo y la otra con Agricultura-engorde intensivo de ganado vacuno.
Proyectamos los datos de ambas a la totalidad de la superficie útil del Departamento, situación absolutamente posible ya que no existen impedimentos ni limitaciones para ello, salvo las emergentes de la situación actual en materia socio-cultural y las resultantes de políticas gubernamentales.
Como ya hemos mencionado, es la política actual o la falta de políticas serias y consistentes, la que ha contribuido a implantar este modelo predominantemente agrícola y á desalentar la ganadería de carne y leche.
En condiciones distintas, cualquiera de estas actividades podría competir e integrarse con la Agricultura en un modelo mixto generalizado zonalmente. Como el paquete tecnológico disponible para producir carne y leche es de un nivel tecnológico equiparable al agrícola, el progreso en este terreno que analizamos dependerá de la capacidad, el acierto y la voluntad de quienes toman decisiones en el gobierno.
Todo indica la conveniencia de integrar en un modelo mixto Agricultura, Tambo y Engorde de ganado vacuno con transformación de granos en carne y leche, productos que a su vez pueden ser industrializados en plantas lácteas y frigoríficos zonales. Sobre el grano forrajero existe un costo de fletes que indicaría la conveniencia de transformarlo in situ en productos de mayor valor.
Carlos Heguy